viernes, 25 de octubre de 2013

RELATO EL CAMINO INTERIOR

Era una tarde lluviosa de septiembre, cuando Fátima aburrida y abrumada por su mala situación, seguía, como cada día, luchando por sacar adelante a una familia, la cual nunca reconocía ese gran esfuerzo diario. Siempre volvía a casa agotada, sin fuerza ni energía y con el ánimo justo para continuar un día más, y es que tenía que seguir sacando fuerza para hacer frente a las tareas diarias, uno de los pocos motivos por los que continuar. El otro era luchar con, o mejor dicho al lado de Luis, su hijo, que era siempre tachado de problemático, difícil e inadaptado. Fátima va viendo cómo la unión con éste cada vez se va debilitando más, mientras se pregunta qué ha hecho para llegar a ese punto, si ha hecho lo correcto, si ha estado a la altura como madre, si le ha dado todo lo que ha podido y más. Lo único que tiene claro es que su hijo es su razón para levantarse de la cama cada mañana. Su marido, Mario, rara vez pone empeño en ayudarla, ya sea con sus obligaciones cotidianas o con la problemática de su hijo, él opta por ignorar los problemas, prefiere mantiene al margen de todo lo que suponga un esfuerzo, para él sus hijos no son regalos, obligaciones o esperanzas de futuro, son sólo cargas, pesares, lastres y gastos. Últimamente sólo es capaz de centrarse en sus propios intereses, sus pequeños placeres, que se pueden resumir en pasarse la vida en el bar, tomando cervezas con los amigos y viendo los partidos de fútbol, sin pretensión alguna de cambiar su vida o la de esas personas con las que comparte domicilio y que cada día le resultan más extraños y, cada día, le perciben a él como a un extraño.

La otra razón por la que cree que de verdad merece la pena seguir en la lucha de la vida es su hija María, que se adentra en la metamorfosis de la adolescencia haciendo que su madre perciba cómo lentamente la niña ya no tan niña, esa mujer que asoma a la vuelta de la esquina, va buscando otro tipo de refugios, cada vez más lejos de su casa, de ella.
La mujer se siente sola, nota que nadie la valora en casa como debería, cuando es ella la única que lleva un sueldo a casa con el que sustentar, a duras penas, a cuatro personas, y que de no ser por ella la familia se vería abocada a pasar por muchas dificultades; dificultades que de hecho ya sufren debido a que la mayor parte del dinero se desperdicia en el bar por culpa del empeño de Mario en evadirse de su familia, en alejarse de ellos tras la niebla del alcohol.

Presa del hartazgo y la sensación de estar viviendo la versión más miserable de la vida que una vez imaginó, Fátima intenta distraerse con la lectura de un libro, pero esa tarde está cansada incluso hasta para leer, por lo que prefiere ponerse a ordenar armarios, ya que no puede ordenar su vida y la de los suyos, que no puede ordenar su hogar, intenta al menos ordenar su casa. Al cabo de un rato dedicada a esa labor se pone a rebuscar y curiosear en los cajones de su cómoda, tentada por la curiosidad de encontrar ese objeto que no fue incapaz de encontrar cuando necesitaba o una pequeña sorpresa en forma de caramelo, fotografía o postal en medio de ese alud de trastos y aburrimiento. De repente, como recién llegado de un tiempo remoto, aparece su fiel amigo de juventud, aquel diario que escribió durante tantas tardes, tantos años y que alberga numerosos secretos y sentimientos escondidos a lo largo de esa existencia que ella solía y suele considerar insignificante y soporífera.
Explorando cada vez más hondo, sumergida bajo viejas facturas y documentos encuentra un álbum de fotos, amarilleado y carcomido por el olvido, fotos que despiertan otros tantos recuerdos que creía dormidos o desaparecidos para siempre. Este descubrimiento despierta en ella un torrente imparable de emociones, memorias y sentimientos que ya no se creía capaz de albergar, emociones agradables, cálidas, de afecto, de tranquilidad, de ilusión y esperanzas ahora encerradas bajo llave...
Aprovechando que está la casa tranquila, se echa en un sillón a leer el diario más en detalle y observar aquellas postales del pasado, lo que la lleva a desempolvar un sinfín de recuerdos y vivencias que la arrastran, como si de un torrente agitado de vida se tratase, a ver toda su vida desde otro punto de vista, a adormecer el dolor y mitigar el sufrimiento que la rodea día a día, a través del repaso por las diferentes etapas de su vida.
Al leer aquellas primeras frases se da cuenta de que en el fondo no había cambiado mucho en estos años, pues la misma pregunta se repite constantemente en su cabeza, aunque ahora la acecha la sombra de esos días en los que sin saber por qué le da por mirar atrás, y al presente, y llenarse de dudas, de preguntas, de culpa.
Esa pregunta era siempre la misma: “¿En qué momento cambié, cuando dejé la paz, la inocencia, la tranquilidad y la despreocupación de la niñez para ser lo que soy hoy, o lo que no soy?” Es entonces cuando empieza a echar de menos esos días donde su única preocupación era merendar chocolate con leche y galletas mientras veía sus programas favoritos en la vieja televisión de la abuela, sin otras preocupaciones que distraerse y divertirse; aquellos tiempos donde las únicas heridas que dolían eran las rozaduras de las rodillas, que cicatrizaban mucho más rápido que las del corazón. Esto último se lo intentaba enseñar a su hija María, intentando evitarle un gran dolor el día que lo descubriera por ella misma, aunque la niña, inconsciente por la edad, hace caso omiso a las experimentadas palabras de su madre, que sólo intenta prepararla para que el dolor sea el menor posible.
Fátima sentía que todo había empezado cuando acabó primaria y pasó al instituto, fue entonces cuando notaba cómo su cuerpo poco a poco iba cambiando, a veces parecía que se iba desfigurando o que estaba deshaciéndose como un pedazo de arcilla al sol, su forma de vestir se le antojaba cada vez más ridícula, a veces demasiado aniñada, otras veces temerosa de mostrar su cuerpo en continua transformación. Su habitación también sufría esas transformaciones, iba mudando su aspecto, su piel, al igual que ella, como un reptil, iba dejando atrás sin apenas darse cuenta los juguetes de peluche, los dibujos animados, los posters de sus artistas favoritos, sus muñecas Barbie, y junto a ellos, aquellas tardes en el parque donde se volvía loca correteando de los columpios al tobogán, o jugando con la comba, a la rayuela, cambiando cromos, cartas de olor, ingenuos mensajes de amor… con aquel grupo de amigos y amigas, aquellos cuyos nombres de vez en cuando todavía se le venían a la cabeza con una sonrisa nostálgica, preguntándose que habría sido de ellos, la ilusión que le haría verles, y de alguna forma volver a reunir aquel grupo con el que había vivido mil y una aventuras en las polvorientas calles de su ciudad, que ahora se veía gris a través de las ventanas, pero entonces estaban llenas de color y vida.
Esto siempre le hacía pensar en lo diferentes que eran los niños de hoy en día, empezando por sus propios hijos, incapaces de vivir si no es a través de sus artilugios tecnológicos, prefiriendo quedarse en casa para jugar al último video juego de moda, incluso los pocos grupos de amigos que se reúnen están sentados en un banco sin mirarse, enganchados a sus móviles y videojuegos... van dejando pasar lo mejor de la vida sin disfrutar al máximo de ese periodo, viviendo robotizados y anestesiado, como si hoy en día estuviera prohibido reír, correr, saltar, y desplegar su energía y su alegría en las calles y los parques, pues la infancia pasa rápidamente y después rara vez se vuelve a disfrutar de la misma forma, ya solo queda el leve consuelo de revivirla a través de la nostalgia de los recuerdos que obtengas en esa etapa, con retazos de felicidad como los que encontró Fátima en sus fotos y diarios.

Y Fátima piensa “Cuando quieres darte cuenta de esa felicidad, el escenario cambia, has empezando a vivir otra etapa, la llamada adolescencia, donde te sientes rara, perdida en un mar de nadie, sin darte casi cuenta ya eres mayor para cosas de niños, aunque desees seguir siéndolo ya no puedes, además eres también demasiado joven para hacer cosas adultos, aunque tu cabeza te diga que si no eres una niña es que debes haberte convertido en mujer. Quizá en el fondo sabes en el fondo que eres una niña jugando a ser adulta, buscando tu lugar, y queriendo huir hacia delante, pensando que así lograrás ser más madura, pero con tantas prisas lo único que consigues es no fijarte en el camino, no disfrutar el trayecto, sino tropezar con las piedras del camino, y el dar una imagen de alguien que en realidad no eres, llegar a un punto en el que ni tú misma te reconoces ni sabes cómo has llegado adonde estás, a ese sitio frío y perdido con el que no soñabas siendo niña.”
Esa Fátima que no era niña ni mujer cree que ver dibujos animados ya no le debe interesar, tiene que leer esas revistas de moda que leían sus amigas, tal vez allí encontraría la respuesta, le dirían cómo ser mujer, cómo encontrar su camino, su rumbo, su identidad, lo que necesitaba con tanta desesperación. Esos parques de juegos infantiles ya no significaban lo mismo, ahora los utilizaba para sentarte con una amiga en un banco a comer (pero sin pasarse, había que mantener la línea, las chicas de la revista no comían dulces), hablaban de sinsentidos, porque ya entonces se convencen de que no serán capaces de cumplir esos sueños, Fátima es una criatura perdida entre la niña y la mujer, ninguna de las dos le permitirá conseguirlo. Se contaban a miles las preguntas y las dudas, sobre el amor, el futuro, el sexo, la ropa, el espejo, ese ogro del espejo que no la dejaba pensar con claridad.
Las conversaciones en casa son complicadas, las palabras que intentan sanarla le saben amargas, le hacen sentirse más débil, más fea, y siempre acababan en discusión, siempre bajo pretextos de lo más estúpidos: un concierto, una falda, un malentendido, una palabra inofensiva…

Pasados los años, nota como otra vez su cabeza sigue transformándose, ya no en aspecto, sino en contenido, encuentra la manera de pensar por sí misma, empieza a ser ella la que guía su vida, aunque a veces se pierda y necesite ayuda, pero ya no camina con los ojos completamente vendados, ahora la venda empieza a transparentarse, pero también gracias a esa nueva lucidez comprende que aquellas cosas que hacía ya no la llenan igual, entiende que se estaba comportando como lo que era, una niñas que intenta sentirse mayor antes de serlo, una niña que quiso acelerar el tiempo y terminó malgastándolo.
Para cuando Fátima consigue entender el valor del aprendizaje, de las lecciones de la vida, se quita la venda, abre los ojos y se encuentra en su cuarto, tumbada en la cama releyendo unos viejos diarios, acariciando unas viejas fotos. ¿Será ya tarde haberse dado cuenta ahora de que es mejor mostrarse siempre como eres, decidir lo que quieres hacer sin importar qué o quién antes que tú, decirse que ya está bien de esconderse tras falsas mascaras que no llevan a ningún camino? ¿Será ya tarde para ella?

No puede evitar emocionarse un poco recordando todo aquellos años y etapas escritas en ese diario, ya que guardan auténticos tesoros en forma de recuerdos sobre la persona que fue y que sigue siendo en el fondo. Ahora que lo está releyendo se da cuenta que muy poco queda ya de aquella chica joven que soñaba con ser escritora, vivir en una gran casa, tener una familia unida, un trabajo donde fuera bien valorada, una vida soñada en la que ser feliz, en la que creyó durante años hasta que la traicionó y abandonó. Al rato siente arrepentimiento, piensa en su familia y sabe que en el fondo, aunque no sea exactamente lo que soñó, no los cambiaría aunque haya cosas de ellos que no le gusten, pero cada uno aporta esa pequeña pieza de ese extraño puzzle, aunque a veces se vean entre raros, aunque a veces se hagan sentir mal, la hagan sentir mal consigo misma y crean que no encajan allí, que todo está perdido por haberse desviado del camino adecuado.
Piensa que aunque seguramente no es su vida soñada ni mucho menos, al fin y al cabo se ha acostumbrado a ello y en el fondo se da cuenta que si tiene mil motivos para ser feliz.
Esa noche se duerme pensando en ello y empieza a soñar con lo que ella hubiera querido realmente, se ve viviendo en Madrid en un chalet grande con piscina en Villaviciosa, se dedica a escribir libros con sus sentimientos y vivencias mezclados con algo de fantasía y tiene mucho éxito, sin carga familiares ni maridos ni hijos que aguantar, ella sola se mantiene de sobra, y no tiene preocupaciones por el banco, lo que quiere se lo compra sin importarla el precio, por las noches queda con sus amigas para irse de fiesta más pijas del momento, y donde se juntan con famosos.

Pero a las 7 de la mañana la suena el despertador y la vuelve a su mundo real, donde vive en una casa pequeña, su trabajo no la acaba de llenar, pero es lo unció que tiene para mantener la casa y ha aprendido a buscarle el lado positivo y verlo como que son horas que pasa fuera, donde se junta con compañer@s que algunas de ellas sobre todo 2 son sus amigas y al fin y al cabo están las 3 iguales y se apoyan la una a la otra.

Por todo esto ser mujer es un reto contante, donde la mayoría de las veces por no decir siempre pensaras con el corazón pero actuaras por la emoción, y vencerás por el amor, rara vez le darás el gusto a la razón para guiarte.  
Saber vivir un millón de emociones en un solo día y trasmitirlas con la mirada, intentar buscar la perfección en todo lo que hacemos aun sabiendo que esto nunca existe y buscamos con ello disculpar los errores de quienes tenemos cerca
Tener ese sexto sentido de saber cuando algo o alguien está mal sin apenas hablar con él, poder hablar con la mirada cuando las palabras sobran.
Dar alas y enseñar a vivir a pajaritos que luego no queremos que se marchen aun sabiendo que llega un momento que es lo que ellos quieren.
Dar amor, cariño en pequeños detalles que nadie los percibe aunque eso hace que a veces nos cabreemos y creemos que nadie ve nuestro esfuerzo,
Trasformar el dolor y sufrimiento en luz y sonrisas algo forzadas para que nadie note que todo va mal,
Sabes dar consuelo a quien se acerca llorando, sin importarnos como estemos nosotras.
Es saber reír con más fuerza y llorar sin lagrimas, intenta ocultar todo en una pequeña frase no me pasa nada que significa pasa todo, aprender que hablando poco se puede decir mucho.

Mujer más que un sexo una forma de vida con la que vas creciendo.








jueves, 10 de octubre de 2013

¿DONDE ESTA LA EXPLICACION PARA ENTENDERLO?


Ya estamos una vez mas en Octubre, ese mes gris, frió, que devuelve al pasado de una forma brutal, intentas no pensarlo, distraerte con mil cosas, leyendo, escuchando música, jugando,viendo la tele, haciendo repostería,bisutería, hablando con amig@s, acciones que durante el día parece funcionar algo, pero cuando cae la noche, todo cambia, tu cabeza le da por recordar lo que no debe.
De echo llevas toda la semana mal, aunque lo intentas esconder, hacerte la fuerte pero en el fondo solo quieres llorar, sacar esa rabia, impotencia, dolor, que te invade siempre, y normalmente vas conviviendo con ello, pero cuando llega este mes y se acerca el fatídico día, sientes como esos estados se apoderan de ti y son los que te manejan, haciendo que pases de todo, borrando la sonrisa, estando mas callada, dándote igual el mundo, lo único que te apetece es estar enganchada al mp3 escuchando esas canciones que van directas al corazón, aunque ello signifique un pequeño chubasco en la cara, o si estas en casa a solas un diluvio, mientras intentas refugiarte en conversaciones con amigas, practicando psicotecnicos, o simplemente de cualquier gilipollez empiezas a reírte para así evadir por unos segundos el nudo en la garganta.

Son 7 años sin ti y la verdad que cada vez duele mas, el saber que el telón ya callo, que la oscuridad gano, que solo queda recordar momento vividos, todo lo que me enseñaste, saber que siempre estas conmigo las 24 horas los 365 días, que vuestra fuerza sigue estando a mi lado y se que por las noches me oís.

Por ello este mes estoy aprendiendo y aceptando que para mas de uno seré loca, rara, distinta al resto por el simple echo de estar viviendo de forma desordenada, a destiempo, siempre a través de impulsos que te llamo tont@, idiota y a los 5 minutos lo mas seguro es que te diga que te quiero, aunque no lo diga hablando, seguramente te pediré un abrazo.
Que tan pronto vivo momentos que el entusiasmo me trasporta a lo eterno y no cambiaría el calendario, hago días con cien horas y al revés ya que no se estarme quieta, enseguida me encariño con las personas y veces abrazo tan sinceramente tan fuerte, y otras en cambio de repente, con y otras sin motivos necesito esconderme, fingir sonrisa y tirar adelante, creer, pensar y dejar que algo, alguien decida por mi, que si hay fallo nadie tenga la culpa, puede resulta algo infantil lo se, luego me regaño y me doy cuenta de que es todo cobardía, me refugio en lo que no soy y prometo cambiar, aceptar lo que hay, pasar pagina que ya toca, aprender a disfrutar del presente pero a la hora de la verdad no lo hago,no sé si quiero,si puedo, si quedan fuerzas para ello.

Ya se sabe que la vida es ir oscilando por senderos con mil laberintos, en un mundo en el que cada uno intenta sobrevivir como puede, la regla de oro criticar sin conocer, parece estar prohibido dar un signo de debilidad, se disfraza lo real de correcto y se mira a otro lado cuando te topas con algo que no entra en tu circulo, pues es mas fácil ignorar que intentar aceptar, ayudar, y entender al que tienes a lado.
A lo largo del día nos cruzamos con numerosas personas, convivimos y hablamos con otras tantas y creemos que por tener 400 amigos en facebok nunca estaremos solos, pero realmente de ese gran numero a la hora de la verdad son muy pocos los que están dispuestos a ayudarte, y saben cuando estas bien de verdad o finges estarlo.

Por ello muchas veces seleccionaras lo que quieres ver y oír en el menú de la vida y te vas acomodando y compartes vidas con personas, encontrando tu hueco, ya que son lo que te quedas y te enseñan a volar por lugares imaginarios, imposibles, pero bellos, paisajes que se convierten en necesarios, reales, aunque a veces te proyectas sola y te molesta hasta tu propia sombra, ni tu entiendes a que tantas noticias que solo queda aceptar, resignarse, y por dentro llenarte de impulsividad, de dudas, miedos, es entonces cuando buscas un lugar donde te sientes poderosa y poder sonreír con la seguridad del que sabe que todos tenemos ese punto de locos y que eso es lo que a veces nos impide caer abajo y si lo hacemos, esa locura es la que nos ayuda a subir


 Tu cabeza una vez mas te dice que no acabas de avanzar por que eres de las que siempre se guiá con el corazón y este hace que en parte el pasado te atrape o igual eres tu el que vives el pasado cuando lo que realmente toca es un presente que no acabas de vermas cómodo.