jueves, 17 de abril de 2014

EXPLOSION EMOCIONAL


Hay días, semanas o temporadas en que nos levantamos y sentimos algo dentro que no encaja con nuestro ser, pero al que tampoco damos importancia.
Simplemente pensamos en que puede ser, lo que nos haga estar en ese punto tan inestable, podemos dar con la solución o tal vez no, pero lo único claro que los que nos conocen nos encuentran distintos.
Más callados, o saltamos impulsivos, puede que hablamos sin pensar o simplemente lo que nos delata es una mirada vacía, apagada, de esas que pocas personas ven o un nada que significa me pasa todo, pero me lo guardo sola enmascarándolo en un comportamiento que no es el propio.
¿Quien se da cuenta realmente de ello?,Si estamos en un mundo en el que ya sea por naturaleza, por las prisas con la que andamos o por que nos hemos echo sin quererlo algo egoístas y no somos capaces de reconocer el dolor de una persona o mejor dicho su malestar con el mundo con sólo verle y si es así la mayoría pasan por su lado sin ni siquiera preguntar ¿que pasa? Igual por miedo a su respuesta, por no saber como ayudar o tal vez ni siquiera caen en ello ya que cada uno estamos tan metidos en nuestro mundo que a veces da la sensación de estar rodeados de desconocidos.
Pero al final van pasando los días, y en nuestro interior notamos como nos convertimos en bombas andantes, una sensación la cual no queremos que la mecha empiece arder e intentamos desactivar hablando con aquellos que sentimos nos entienden y de alguna forma saben e intentan echarnos una mano para apagarla, pero a veces resulta que quien más nos ayudaría es a quien menos dejamos y con los que más escondemos ese estado, a través de borderias lo cual lleva a preguntarse ¿que le pasa? ¿Por que esta así?, y miles de preguntas con respuestas abiertas, aunque la verdad que a nadie engañemos actuando así.
Lo único que se consigue es preocupar más a los que intentar por todos los medios que contemos todo lo que guardamos aunque ellos se lo saben de sobre con sólo una mirada.
Al final lo más chorrada es lo que hace la mecha arda, y ya en cuestión de segundos perdemos el control que creímos tener de la situación, y nos vemos dando patadas o puñetazos a lo primero que veamos. Seguido de gritos, malas contestaciones y despotricar sin pensar...
Ya no somos nosotros, al final nos ha ganado esa impotencia, rabia, agobio, dolor, cansancio ...Una mezcla de todo lo que no queríamos mostar por las buenas y sin embargo estamos como bestias sin domesticar y rugiendo a todo aquel que ese día se acerque.
Tal vez con suerte esa noche a solas volvemos a recuperar la calma, si no a cabo de los días empezaremos hablar de ello y darnos cuenta de todo lo pasado y el daño que igual hemos provocado en otros, cuando solo querían ayudarnos a calmarnos.
Y es cuando vemos los imbéciles que somos, todo ello se podía haber evitado seguramente llorando en vez aguantado las ganas o hablando de lo que sentimos pero en su lugar nos dedicamos a callarnos y luego quejarnos de todo.
Parece que sólo culpamos a la gota que lo lleno y reboso, he hizo que nuestro vaso se rompiese. Pero ¿que pasa con todo aquel líquido que hemos dejado que se llenase sin apenas quejamos?






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